Tu gato tiene un oído muy fino, ¿lo sabías? Pero, para mantener la buena salud de su oído, es preciso que te involucres en la higiene de sus orejas. Debes saber que es una zona sensible para él por lo que deberás acometer la tarea de limpiar las orejas de tu gato con mucho cuidado. En este artículo te contamos cómo debes hacerlo —solo cuando te lo indique el veterinario— y por qué es necesario que revises el estado de las orejas de tu gato.
La higiene de las orejas del gato
Los gatos pasan mucho tiempo acicalándose. Por lo general, ellos mismos se encargan de mantenerse limpios. Por eso, lo normal es que sus oídos permanezcan sanos y limpios. Aun así, conviene limpiar las orejas de tu gato de vez en cuando; especialmente si es un gatito pequeño, pasa mucho tiempo en la calle o ya es un gato mayor y no puede dedicar tanto esfuerzo a limpiarse el mismo.
Ahora bien, es probable que en ocasiones las orejas de tu gato estén más sucias de lo normal. Incluso podrían aparecerle costras que le pueden doler o picar. Son claros síntomas de un problema de salud auditiva. Uno de los más frecuentes es la otitis.
Ya sea por una enfermedad como la otitis o por cualquiera de las otras razones, si tienes que limpiar las orejas de tu gato lo primero que debes hacer es llevarlo al veterinario. Allí determinarán la causa de la suciedad auditiva y te recomendarán el producto adecuado para limpiar sus orejas. Si tu veterinario no te lo indica, no utilices un producto de limpieza ótica. Puedes eliminar la suciedad de las orejas de tu gato simplemente con una gasa limpia.
En cualquiera de los casos, te recomendamos que, desde que es un gatito, habitúes a tu gato a la manipulación. Si desde que es un cachorro se acostumbra a que lo cepilles, le cortes las uñas y lo inspecciones, resultará mucho más fácil en el futuro practicarle cualquier procedimiento. Por ejemplo, ¡limpiar sus orejas!
Limpiar las orejas de tu gato: paso a paso
- Lo más importante es que elijas un producto especialmente diseñado para limpiar las orejas del gato. Déjate guiar por el criterio de tu veterinario.
- Una vez elegido el producto, busca un lugar y momento tranquilo. Sujeta de forma segura a tu gato. Comprueba que o lo estás forzando mucho. Puedes utilizar una toalla para envolverlo y evitar que pueda moverse.
- Aplica el producto en cada oreja según la dosis indicada por el fabricante o tu veterinario. Lo mejor es que el líquido esté a temperatura ambiente.
- Con los dedos, masajea suavemente las orejas de tu gato durante unos 20 segundos. De este modo el producto llegará mejor a toda la zona. Si oyes un chasquido mientras masajeas, es que lo estás haciendo bien.
- Deja que tu gato sacuda la cabeza. Lo hará varias veces para aliviarse y estará más predispuesto a que continúes con el procedimiento.
- Con una gasa limpia, retira la suciedad de las orejas. Hazlo con cuidado y con movimientos circulares, para que la suciedad no se acumule en el interior de la oreja. No es buena idea usar bastoncillos, con la gasa y el dedo serás mucho más preciso.
- Si todavía están sucias, vuelve a aplicar el producto y repite los pasos de nuevo.
- Al terminar,no olvides premiar a tu gato. Así asociará la experiencia con una recompensa positiva.
Consecuencias de descuidar la limpieza de las orejas del gato
Como ves, limpiar las orejas de tu gato no es algo que debas hacer de forma habitual. Sin embargo, lo que sí es conveniente es que revises el estado del oído externo e interno del gato, para que, en caso de se pueda desarrollar una infección, puedas detectarlo a tiempo.
Te recomendamos que una vez a la semana revises las orejas de tu gato:
- Revisa el oído externo: fíjate en la bolsita que tienes las orejas de tu gato en el borde. Se llama pinna y debe estar limpia, de color rosa claro y con pelo por toda la superficie, sin calvas. Si ves que está irritada o hinchada, lleva a tu gato al veterinario.
- Revisa el oído interno: dobla con suavidad las orejas (de una en una) para ver mejor la parte interna del oído. Debe ser de color rosa claro, no oler mal y tener muy poco o ningún rastro de cera. Asegúrate que no haya arañazos, heridas o costras. Si notas que el aspecto no es el de siempre, hay más cera de lo normal o huele mal, será necesario que lleves a tu gato al veterinario.