El celo y la castración en perros, tanto machos como hembras, pueden desembocar en cambios en la conducta de los perros. Descúbrelo en este artículo.
El celo y la castración en perros, tanto machos como hembras, pueden desembocar en cambios en la conducta de los perros. Descúbrelo en este artículo.
Muchos perros y perras que viven con nosotros han sido esterilizados y podríamos no llegar a ver nunca el comportamiento de los perros en celo. Así que si tienes curiosidad al respecto, este artículo te puede resultar de gran ayuda.
¿Cuándo comienza el celo en los perros?
Las hembras suelen tener su primer ciclo sexual entre los 6 y los 9 meses de edad. Aunque, en las razas de tamaño grande, que se desarrollan más despacio que los perros más pequeños, es normal que la pubertad llegue más tarde, incluso cuando la perra tenga ya 2 años.
En cuanto a los machos, en general tardan un poco más que las hembras en alcanzar la madurez sexual pero, si no hay hembras en celo a sus alrededores, no hay una señal tan clara como el celo de las hembras para indicar el inicio de la madurez sexual. Las montas y los movimientos pélvicos que muchos machos empiezan a realizar en las primeras semanas de vida no indican el inicio de la pubertad: son más bien un juego que resultará muy importantes para que el perro se desarrolle normalmente desde el punto de vista sexual.
¿Qué ocurre en las hembras?
Una vez alcanzada la pubertad, las perras empiezan a tener un ciclo cada 4-12 meses, lo que equivale a una media de dos ciclos cada año. En las perras no hay una estacionalidad como en los gatos así que podemos encontrar perras en celo en cada momento del año.
Cada ciclo empieza con lo que solemos llamar celo. Su inicio se reconoce fácilmente ya que la perra empieza a tener los genitales muy hinchados, presenta un sangrado por la vulva y dedica más tiempo al lamido y a la limpieza de su zona genital. Pero más allá de estos cambios físicos, el comportamiento de los perros también cambia. La hembra empieza a mostrarse muy interesada en los machos, hasta el punto que, si no está bien controlada en esta fase, aumenta el riesgo de fugas para encontrar algún macho.
Cuando hay machos a su alrederor, la hembra tiende a mostrarse más juguetona con ellos, se queda a su lado e investiga con más detenimiento tanto los machos como la orina que han depositado en el ambiente. Tanto interés es correspondido por una gran atracción que los machos muestran hacia la hembra en celo, su orina y sus secreciones vulvares. De hecho es frecuente que se reúnan entre 2 y 8 machos alrededor de la hembra en celo. Y es que en esta fase la hembra empieza a liberar feromonas sexuales, unas sustancias volátiles que vehiculan un mensaje claro para los perros que lo reciben: la hembra se está acercando a la fase en la que acepta el apareamiento. Para difundir más fácilmente su mensaje, en esta fase las perras orinan con más frecuencia y hasta levantan la pata al orinar.
A pesar de tanta atracción por ambas partes, al principio del celo la perra todavía no es receptiva, es decir, no está lista para aparearse y, aunque acepta que los machos exploren su región genital, si algún macho se muestra demasiado interesado, adopta una estrategia pasiva para desmotivarlo, por ejemplo, sentándose o apartándose, o intenta apartarlo más activamente, recurriendo incluso a las amenazas o a la agresividad
Sin embargo, después de una media de 6-11 días desde el comienzo del sangrado, la situación cambia: la vulva no está tan hinchada como antes, el sangrado desaparece y en su lugar aparece una descarga transparente, la perra sigue marcando con orina y despertando el interés de los machos del vecindario, pero en este caso sí que se muestra receptiva ante sus intentos de monta... aunque no con todos: durante el primer celo no suele haber preferencias, pero a partir del segundo la hembra tiende a rechazar algunos machos y en general prefiere aparearse con machos familiares en lugar que con desconocidos. Estas preferencias no están relacionadas necesariamente con las preferencias a interactuar con determinados machos una vez que se le haya pasado el celo.
Si a pesar de que la perra esté lista para aparearse, el macho no le hace caso, la hembra empieza a mostrar conductas claras de cortejo: acerca su región genital al hocico del perro, se aparta y se vuelve a acercar, olfatea el hocico y la región genital del macho y puede incluso llegar a montarlo. En esta etapa también es posible observar que otras perras que no están en celo monten a la perra en celo.
Esta etapa, que dura de media entre 5 y 9 días, acaba cuando la hembra vuelve a rechazar la monta y deja de mostrarse interesada en los machos. A partir de este momento, la hembra entra en una fase totalmente distinta desde el punto de vista hormonal, tanto si se ha quedado gestante como si no, y habrá que esperar unos meses antes de que vuelva a tener otro celo.
¿Qué ocurre en los machos?
Los machos no tienen ciclos y pueden mostrar interés hacia una hembra en celo o hacia sus secreciones en cualquier momento del año. De hecho las fugas para buscar una pareja sexual son más frecuentes en los machos que en las hembras, ya que un macho puede intentar salir en búsqueda de los mensajes olfativos de diferentes hembras en celo. Además estos mensajes olfativos pueden alcanzar grandes distancias como puede asegurar cualquier tutor que, durante el celo de su perra, haya encontrado fuera de la puerta de su casa un perro que normalmente vive a algunos kilómetros de distancia.
Cuando un perro encuentra por fin una hembra en celo, su comportamiento cambia, inicia el cortejo, en el cual el macho se muestra interesado hacia la hembra, la invita a jugar, olfatea sus orejas y analiza con detenimiento la región genital de la perra y los sitios donde ella ha dejado marcas de orina. Para hacer este análisis detallado el macho no realiza un simple olfateo de los genitales y de la orina de la hembra sino que realiza una conducta específica llamada lengüeteo, donde con rápidos movimientos de la lengua lleva las moléculas de feromonas sexuales presentes en la orina y en las secreciones de la hembra a la entrada del llamado órgano vomeronasal, un pequeño órgano situado en el paladar y cuya entrada se sitúa justo detrás de los dientes incisivos. Este órgano es especializado en la detección de feromonas.
Después de analizar la orina de la hembra, el perro a menudo levanta la pata y marca justo encima. Se cree que esta conducta pueda ayudar al macho a esconder el olor de la orina de la hembra y a reducir así el “efecto llamada” que las secreciones de la hembra tienen hacia otros perros. Y es que cuando varios perros se reúnen alrededor de una hembra, los rituales de cortejo son interrumpidos por los altos niveles de agresividad que los machos muestran los unos hacia los otros y las posibilidades de apareamiento con la hembra disminuyen de manera significativa. De hecho un tutor que lleve su perra en celo al parque se suele dar cuenta en seguida que aquel día los perros no se comportan de forma normal y se muestran más tensos en presencia de otros machos. Por esta razón, además que para evitar apareamientos indeseados, no es recomendable llevar una perra en celo a lugares donde haya muchos perros, sobre todo sueltos.
Cuando las atenciones del macho son bien aceptadas por parte de la hembra, la perra reacciona a sus intentos de monta quedándose quieta y colocando la cola hacia un lado, aunque solo los machos experimentados inician el apareamiento de forma correcta: otros menos expertos o que no ha tenido suficiente contacto con otros perros durante su etapa de socialización pueden intentar montar la hembra desde un lado o desde la cabeza.
Cuando empieza el apareamiento, el macho agarra la hembra con sus patas anteriores y en algunos casos puede incluso llegar a morder la hembra en el cuello pero sin hacerle daño:es una mordida inhibida parecida a la que utilizan habitualmente los gatos durante el apareamiento.
Mientras se están apareando ocurre algo muy peculiar: debido a un mecanismo fisiológico, durante un tiempo que normalmente oscila entre 10 y 30 minutos pero que en algunos casos llega a la hora, el macho no puede separarse de la hembra y los dos se quedan unidos. Durante este tiempo el macho normalmente cambia de postura, vuelve a poner las patas delanteras en el suelo y pasando una pata trasera encima de la hembra acaba con las cuatro patas en el suelo mirando en dirección opuesta a la hembra. En esta posición los perros se quedan tranquilos y no muestran interés por lo que ocurre a su alrededor. Cuando están “atados” de esta manera, es fundamental que no se intenten separar a los animales ya que pueden lesionarse: hay que esperar a que se acabe de forma natural. Después de este episodio, que se llama lazo copulatorio, la hembra se puede quedar gestante si está preparada, aunque la gestación también puede ocurrir sin que se produzca este lazo
Después del apareamiento, el macho atraviesa una fase llamada periodo refractario que tiene duración variable y durante la cual no muestra interés hacia la hembra en celo. Sin embargo, la aparición de una nueva hembra en celo suele acortar la duración del este periodo y el macho vuelve a mostrarse atento y empieza otro cortejo.
¿Qué pasa con la castración?
La castración es el proceso por el cual se extirpan los ovarios de las hembras y los testículos de los machos. De esta manera se modifica de forma radical su conducta reproductiva.
En las hembras, la intervención elimina el celo y conductas relacionadas como:
- El vagabundeo
- El marcaje con orina
- Incluso la conducta agresiva que algunas hembras tienen hacia otras perras en época de celo
- También se elimina la pseudogestación que muchas hembras tienen unos dos meses después del celo
En los machos, después de la castración observaremos algunas consecuencias como:
- Desaparición de las conductas sexuales, empezando por la eyaculación, seguida por la monta y al final por el interés hacia las hembras en celo. Sin embargo hay perros que siguen manteniendo parte de la conducta sexual a largo plazo, sobre todo en individuos que ya se habían apareado antes de la castración.
- También tienden a disminuir y en algunos casos a desaparecer las conductas relacionadas con la reproducción, como las escapadas en busca de hembras, la agresividad hacia otros machos y el marcaje con orina.
Sin embargo todos estos cambios no siempre son inmediatos y se pueden necesitar semanas antes de observar los efectos de la castración.
Si tienes un perro o una perra sin castrar, presta especial atención en evitar los apareamientos indeseados e intenta prevenir algunas conductas problemáticas relacionadas con la reproducción de los perros, como el vagabundeo o las agresiones entre machos en presencia de una hembra en celo.
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